domingo, 25 de agosto de 2013

Camino al revés



Un día como cualquiera del fin de semana decidieron salir a pasear por las sierras cordobesas, manejaba Andrea que lo hacía desde los 12 años y de copiloto iba Ana que hace mucho no tocaba el volante.
El día estaba hermoso para pasear sin motivo aparente más que el disfrute de los paisajes cercanos, momento para aprovechar; Andrea le había dejado sus hijos a su ex marido y Ana disponía desde hace un tiempo de total libertad ya que se había separado hace bastante y vivía sola.
Paseaban por un conocido camino de su zona denominado “camino al cuadrado”, y decidieron a último momento visitar un amigo que poseía un Hostel por la zona.
De repente el paisaje se transformó, unas maquinas estaban mejorando la ruta por reiterados derrumbes y desviaban a los autos por un camino secundario.
La mayoría de los automóviles se volvían, pero ellas estaban decididas a llegar a su destino así que se desviaron hacia donde les indicaban los trabajadores.
Andrea manejó por varios minutos pero un cansancio reiterado le hacía bostezar, -Prepará el mate- dijo a Ana, quien con cara de dormida se decidió a realizar la tarea.
Cómo venían por curvas y contracurvas, Ana solicitó que parara cinco minutos el auto para poder preparar tranquila la infusión requerida –Pará unos minutos así no me quemo con el agua por favor- le requirió con apuro.
Paran unos minutos mientras prepara el mate con hierbas serranas, tal como les gusta a ambas.
Unos kilómetros mas adelante se detienen de nuevo, no hay señalizaciones y los pocos autos que andaban cercanos a ellas desaparecen de repente, el camino se encuentra totalmente desierto.
Las dos son bastante meticulosas y atentas, pero esta vez venían como en un estado de raro relax, -¿nos habremos equivocado? – dice Ana con cara de preocupación.
-Seguramente- contesta Andrea con una sonrisa- Mejor sería preguntarle a aquel chico que está haciendo dedo más adelante.
Pese a que Ana suele ser más precavida no pone objeción, el chico parece totalmente confiable, y las guía sin contratiempos hacia la ruta que las lleva al Hostel de su amigo en común.
Antes de bajarse y agradecerles les aclara –Cómo han sido piadosas les devolveré el favor, si Fernando no se encuentra en el hostel no ingresen, se sabe que es un gran guardián.
No deja tiempo a que le pidan explicaciones y sigue su camino, no sin antes dejarlas asombradas y risueñas  -Este pibe seguro se fumo algo antes-dice Ana con risas.
¿Cómo sabía que buscaríamos a Fernando si no dijimos exactamente donde íbamos?- se cuestiona Andrea.
Llegan al Hostel y raramente Fernando no se encuentra, pero se encuentran a Alma la nueva encargada que les sugiere lo esperen al lado del curso de agua que pasa por el jardín.
-¿Recordás vos que pasaba este arroyuelo por acá?-
-Para nada, y no lo tenemos en ninguna foto- responde Ana.
Luego de varios mates más y un poco de frío deciden volver, Fernando les contesta tardíamente el mensaje diciendo que se encontraba de viaje.
Ana se dirige a departamento céntrico donde, asombrada, descubre que vive nuevamente con su hermana, secretamente se pregunta si hasta ayer la misma no estaba por mudarse a Mendiolaza a vivir con su novio.
Andrea en cambio llega a su casa, tiene la sensación que debía  llegar apurada porque la esperaban pero se encuentra sola, su casa pequeña no posee fotos ni nada que le recuerde un nexo con alguien más, y con calma se prepara un té.
Al mismo tiempo Marcelo, ex marido de Andrea hace una llamada a la policía –Se que no pasaron 24 horas pero mi ex mujer no pasó a buscar los chicos por casa, el celular da fuera del área de cobertura, y al llegar adonde vive se encuentra el auto estacionado pero sin rastros de ella.
Los únicos datos que podemos aportar a esta historia,  es que pasado un año de la fecha, no hay noticias de que sus cuerpos hayan sido encontrados.

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