Muchas veces el destino, escuchando el sonido de las almas, planea encuentros que nos harán replantear si el camino que elegimos es correcto.
Tu alma conoce lo que tu vida, esta contingencia, necesita.
Entonces escapando a racionalizaciones, a expectativas o a pareceres se nos cruza un ser que por alguna conjunción cósmica nos ayudará en la evolución.
De mas está decir que sucede que no siempre el encuentro produce los resultados óptimos.
A simple vista, cuando llegamos en el camino a una intersección y tenemos que tomar un sendero como opción, las apariencias del paisaje influyen en la decisión y no siempre es la correcta.
Muchas veces miramos con los ojos de los miedos y no con los del corazón.
Así les sucedió a María y Pedro, dos personas con nombres comunes, y que llegaban al camino de lugares comunes también.
María venía de un largo descanso entre sus relaciones, había tenido tiempo para teorizar sobre el amor propio y el ajeno, y creía (a veces ingenuamente, otras de una manera quizás soberbia) que tenía muchas de las respuestas sobre el sentimiento universal que todos esperan encontrar.
Pedro venía de una gran caída, una estrepitosa (no para el afuera, sino para sus expectativas y su corazón) y pensaba que podía vivir alguna experiencia de compartir y trascender desapegado de su pasado.
Cualquiera de los dos podría tomarse como un ser común y a la vez extraordinario (o al menos así le pareció a María, quien es quien me relató la historia)
Cuando se produce la intersección en el camino podemos tomar dos actitudes, expectante, asombrada, feliz del encuentro y abierta a lo que llega, como puede suceder que todo aquello que pensamos resuelto y trascendido surja de forma cuasi violenta para mostrarse como reflejo en la mirada del otro.
En la interacción cotidiana, pueden también darse ambas a la vez.
Como recuerda María, que la mayoría de las veces cada encuentro era una aventura a descubrirse, y descubrir al otro, y cada coincidencia una emoción.
Mientras que otras, en el espejo de la relación con el otro, los demonios que pensaba exorcizados, surgía atropelladamente e imponían su visión sesgada y tomada como cierta.
Con el tiempo, terminada la intersección, de la cual mucho pudieron aprender y quizás mucho hicieron, ella recuerda con cierta melancolía lo que fue y lo que pudo haber sido.
Quizás si el camino se hubiera abierto más adelante para ambos y la intersección se hubiera dado en otro momento, otro hubiera sido el resultado.
Tal vez si ambos hubieran escuchado un poco más a su alma, y menos a su cerebro (problemática que los caracterizaba a ambos por igual) la intersección los hubiera llevado a tomar un único sendero.
Quizás si ella hubiera dejado sus miedos y apelado a su tranquilidad y lo que sentía cuando lo veía, no habría reaccionado muchas veces exageradamente.
Quizás si el hubiera captado los sonidos silenciosos del interior, no se habría dejado avasallar por los recuerdos y la imagen que tiene de si mismo y no hubiera sembrado distancia.
Otro hubiera sido el resultado, si ella hubiera callado a tiempo y el hubiera soltado a tiempo.
Ambos siguen siendo hermosas criaturas, te lo puedo decir yo que los conocí.
Ambos, pese a todo lo contado, tenían mucho para compartir y más para aprender en compañía.
Así que por ello te acerco este cuento, quizás tu evites cometer alguna acción apresurada que te aleja de quien realmente quieres.
Quizás solo imaginando cuales podrían haber sido los otros posibles cursos de acción podrías incluso hasta crear una historia fantástica y llena de magia.
Quizás en un mundo paralelo ella le hubiera enseñado a leer las voces del alma, y el los sonidos de la tierra y los ancestros.
Quizás uno habría abierto el corazón y el otro mostrar que a todos les sangra por igual, y ello no impide desarrollar la visión interior.
Quizás alguno de los dos podría haber demostrado mejor inteligencia emocional.
Tantas alternativas se nos presentan desde el afuera.
Puede que alguno de los aprendizajes lo puedan aplicar en otra relación.
Probablemente lo que sucedió fue lo mejor que pudo suceder en ese momento, y las almas esperan que en una próxima intersección se vuelvan a cruzar..... y en ese momento hagan silencio a las palabras y escuchen un poco más allá de lo evidente.
Mas acá y mas allá
lunes, 13 de julio de 2015
miércoles, 8 de octubre de 2014
La puerta interior
La primavera trajo revolución, cada vez que quería aquietar su mente le parecía caer en una tarea imposible, le venían palabras y más palabras.
Le interrumpían los sueños, a las cuatro, a las cinco, a las seis de la mañana, le brotaban ideas como mariposas, atraparlas a todas era tarea difícil, la meditación no ayudaba, tampoco el ejercicio extenuante.
Las palabras la superaban, la superaban las ideas, tanto trabajo para dejar de pensar roto en pocos días, necesitaba volver a la calma y al estado de pura armonía (y silencio interior) del que había hecho gala los últimos meses.
Pareciera que su ser interior se había dividido y tenía tantas voces que la habitaban como años en esta tierra.
Sentía un extraño llamado interior a moverse de lugar, una extraña inquietud.
Siempre hay una amiga que en los momentos de necesidad aparece, y este florecer de palabras e ideas en su mente era una emergencia, Ali era de ese tipo de amigas.
Armada de su practicidad y su accionar, Ali era de las que aparece en el momento esperado, y hacen.
Quizás le faltaran palabras a veces, quizás en un pasado había sido su amiga de los extremos, todo blanco o todo negro, nada de grises, ni intermedios, ahora evolucionaba.
Le había contagiado a Ana (nuestra protagonista) de su dejarse llevar por los impulsos o su intuición, cambiando lo que hasta hace unos años sólo había sido indecisión y mentalización excesiva.
Luego de quince minutos de charla y cinco de organización deciden ir a un Hostal de las sierras donde suelen ir a relajarse y conectarse con el todo, un lugar al que van habitualmente y sienten su hogar.
Son bien recibidas con calidez como siempre, y descansan y disfrutan de la armonía del lugar.
Los encargados del lugar las dejan solas y dueñas de hacer lo que tengan ganas de realizar ya que cenan de unos amigos esa noche.
Ana siente que esta vez hay un aire diferente, ésta vez el bello lugar que las alberga, parece sumergido en una tormenta interior,
Ali le dice que habla locuras cuando se lo comenta, pero Ana entiende que el ambiente está cargado de una rara energía, y cuando se despierta por un llamado a las cuatro de la mañana, su idea parece dejar de ser sólo una sospecha.
Camina como embriagada hacia el patio, hacia donde le parece que se origina ese sonido, ese llamado enrarecido como de su propia voz.
Luego de mirar hacia los costados, salir en el medio de la noche es algo que requiere algo de precaución, cruza la puerta que siempre pensó era para un bello efecto estético porque se encuentra en campo abierto y siempre es más fácil rodear el pequeño muro que usarla.
Cuentan quienes las albergaron que vieron cruzar la puerta corriendo a Ana en el medio de la noche y que no escuchaba llamados ni preguntas.
Dicen también que Ali se volvió sola y extrañamente confundida sobre el porque y cuando había decidido viajar a este lugar.
Los lugareños agregan que la puerta tiene un extraño cometido y sólo cumple con un propósito, servir de nexo y pasaje entre una dimensión y otra y que sólo un viajero del tiempo la puede abrir y cruzar.
Todas especulaciones lamentablemente, porque hasta ahora, ninguna de las investigaciones sobre los desaparecidos han tenido resultado alguno.
miércoles, 2 de julio de 2014
A dos voces (capítulo IV)
Fotografía Edgar Bartes |
La tirana ya no me mira de reojo y con cara de pocos amigos, incluso hasta tiene días en los que dialoga conmigo.
Es más creo que debería cambiarle el nombre, voy a ver si para la próxima se me ocurre alguno más favorecedor.
¿Cómo sucedió este milagro?
Luego de días y días de desconcierto en mi vida, de intentar meditar, de intentar no pensar en los hechos de la vida como problemas, de sentirme casi caída hasta tocar el fondo y con un gran dolor de espalda.
Luego de algunos días grises como los llaman, con intentos fuertes de ser transcendidos viviendo mi nueva decisión de vida, decidí abandonar.
Decidí caer, decidí volver a ser la de antes, dejé de escribir, dejé de sentir ese amor inconmensurable que me ataba a casi todas las personas y situaciones y caer, caer otra vez en el sentimiento terreno de vivir pensando en el futuro.
De preocuparme nuevamente por la economía, de sentirme sola por no tener pareja, de sentirme abandonada por quienes empecé a conocer y querer.
De empezar a vivir mirando el afuera, de empezar a descuidar mi adentro ese que siempre tuve y quise pero dejé relegado tantos años.
Cuando pensé que todo era terreno y me dolía el espíritu -aclaro que pese a ello no me cuestioné mis decisiones de cambio, lo cual me tenía entre un mundo y el otro-
Cuando pensé que ya tocaba fondo y todo el vuelo re aprendido estos últimos años se iba cayendo de a pedazos, se me acercó ella, la tirana mente, muy campante a retomar su viejo papel de salvadora y solucionadora práctica.
Y aquí cuando le cedía otra vez el control de mi vida, aquí cuando me dolía la espera, me dolía el futuro no cumplido, las expectativas no cerradas, los amores fracasados, tuve un momento de quietud.
Nunca había tenido en mi mente o en mi alma un momento de quietud, de sentir que puse pausa y mute a la vida, de que todo se acalló y solo sentí – y fue breve- el latido de mi corazón.
Luego empecé a sentir sólo la respiración en mi cuerpo, y sensaciones con respecto al mismo,
Y ahí surgió un espíritu transformador, ¿Qué problema tenía? ¿Qué mal me aquejaba? Si me paraba en ese momento único de la existencia en este paso en segundos por el infinito…¿Qué era irresoluble? ¿Qué era desesperanzador?
Y ahí me cerró todo, debía vivir en el ahora, en el presente, puro sentimiento y para ello debía cederle a mi ex enemiga ciertos asuntos prácticos –y de paso callarla- para poder ocuparme de lo que realmente a mi espíritu le importara.
Desde ese día pienso en un nombre nuevo, no es que ella no quiera ceder el control de tantos años y me haya dejado en total libertad en mi ser, pero es fácil incorporarla como compañera, unificarme con ella cambiando su rol, es un gran trabajo, pero creo que lo voy a terminar logrando.
miércoles, 29 de enero de 2014
A dos voces (capítulo III)
Fotografía Edgar Bartés |
Hoy voy a hacer un descargo a mi favor, reclamando el uso en mi contra
de la palabra tirana, ese adjetivo cargado de connotaciones negativas que se me
impuso olvidando todo aquello que una vez le ayudó a sobrevivir.
Hoy voy a contarles mi versión, el porqué de mi existencia precaria actual, y el porqué de mi presencia permanente anterior en la vida de la protagonista, de la cual sigo siendo parte, no una mera visita indeseada.
¿Acaso la desagradecida no recuerda, que gracias a mi salió de un mundo de desprotección y tristeza?.Les cuento que podría haberse tratado de una soñadora empedernida si no la hubiera sacado de su ensueño, siempre vivió entre libros y mundos paralelos, siempre anhelando no estar donde estaba, siempre imaginando alternativas poco creíbles a su realidad.
Siempre jugando de niña a ser varias, de adolescente a meterse en un libro y no salir, de adulta a imaginar e imaginar y abstraerse de la realidad.
En su infancia leyendo libros de terror espantosos y horripilantes como para cotejar que su interior podía ser luminoso en comparación, y luego contradiciéndose en lo material escribiendo cuentos escalofriantes y oscuros.
Niña soñadora, adolescente frustrada, tímida hasta el dolor, inmersa luego en pozos insondables y líquidos.
Melancólica, evasiva de la realidad, dotada solamente de una imaginación prodigiosa y ganas de volar más allá.
Salvada de la muerte por milagro muchas veces, otras gracias a mí, porque diga lo que diga siempre la guie por el camino correcto y luminoso pese a ella misma.
La salvé de las fobias sociales, la salvé de la soledad y la inconstancia.
La guie para poder estudiar y terminar algo por primera vez, haciéndole saltar obstáculos como su miedo a hablar en público.
La guie para mantener durante muchos años una relación, ella la inconstante hubiera tirado todo por la borda los primeros meses, le enseñé a negociar y negociarse, a ceder y brindarse.
La mantuve por la senda correcta de la estabilidad material, y mucho de lo que hoy tiene es gracias a esas elecciones tomadas basadas en mi criterio.
Como dije fui más guía que tirana.
Ahora amparada por una visión que ella llama holística y positiva de su accionar me llama tirana, olvidando todo aquello que consiguió gracias a mí.
Me fue desplazando un día de su vida, quiso hacerlo lentamente, empezó siguiendo las inaudibles voces de lo que ella llama su corazón.
Eligió la soledad y el autoconocimiento como lo llama, pese a que a algunas veces se siente desamparada en el mundo y recuerda con anhelo que una vez amó desde el dolor hasta la pareja.
Soltó todo aquello que consideraba un lastre en su vida, soltó amores y ocupaciones, soltó una imagen responsable, estable y certera construida durante toda una vida de sacrificio.
Volvió a escribir, habla todo el tiempo del desapego (no sé dónde estaría si realmente ejerciera el desapego, sigue siendo una presencia incuestionable en todos sus afectos, así no lo sean para ella)
Según ella aprendió a volar y es feliz.
Sigo sin entender a que llama volar si no suele usar drogas y solamente dos veces estuvo en el aire materialmente.
Sigo sin entender de que le sirve esa nueva concepción del amor que elige de ser una con el todo y no exigir ni exigirse más que escuchar su corazón (mientras tanto la muy imaginativa sigue sola).
Creo que voy a tener que hacer un paseo más invasivo por su vida, aprovechando esos momentos medio grises que tiene, donde quiere un apoyo, donde tiene miedo del mañana y se olvida del hoy, donde se cuestiona hasta donde llegó y porque tomó ciertas decisiones, para salvarla una vez más de sí misma.
Hoy voy a contarles mi versión, el porqué de mi existencia precaria actual, y el porqué de mi presencia permanente anterior en la vida de la protagonista, de la cual sigo siendo parte, no una mera visita indeseada.
¿Acaso la desagradecida no recuerda, que gracias a mi salió de un mundo de desprotección y tristeza?.Les cuento que podría haberse tratado de una soñadora empedernida si no la hubiera sacado de su ensueño, siempre vivió entre libros y mundos paralelos, siempre anhelando no estar donde estaba, siempre imaginando alternativas poco creíbles a su realidad.
Siempre jugando de niña a ser varias, de adolescente a meterse en un libro y no salir, de adulta a imaginar e imaginar y abstraerse de la realidad.
En su infancia leyendo libros de terror espantosos y horripilantes como para cotejar que su interior podía ser luminoso en comparación, y luego contradiciéndose en lo material escribiendo cuentos escalofriantes y oscuros.
Niña soñadora, adolescente frustrada, tímida hasta el dolor, inmersa luego en pozos insondables y líquidos.
Melancólica, evasiva de la realidad, dotada solamente de una imaginación prodigiosa y ganas de volar más allá.
Salvada de la muerte por milagro muchas veces, otras gracias a mí, porque diga lo que diga siempre la guie por el camino correcto y luminoso pese a ella misma.
La salvé de las fobias sociales, la salvé de la soledad y la inconstancia.
La guie para poder estudiar y terminar algo por primera vez, haciéndole saltar obstáculos como su miedo a hablar en público.
La guie para mantener durante muchos años una relación, ella la inconstante hubiera tirado todo por la borda los primeros meses, le enseñé a negociar y negociarse, a ceder y brindarse.
La mantuve por la senda correcta de la estabilidad material, y mucho de lo que hoy tiene es gracias a esas elecciones tomadas basadas en mi criterio.
Como dije fui más guía que tirana.
Ahora amparada por una visión que ella llama holística y positiva de su accionar me llama tirana, olvidando todo aquello que consiguió gracias a mí.
Me fue desplazando un día de su vida, quiso hacerlo lentamente, empezó siguiendo las inaudibles voces de lo que ella llama su corazón.
Eligió la soledad y el autoconocimiento como lo llama, pese a que a algunas veces se siente desamparada en el mundo y recuerda con anhelo que una vez amó desde el dolor hasta la pareja.
Soltó todo aquello que consideraba un lastre en su vida, soltó amores y ocupaciones, soltó una imagen responsable, estable y certera construida durante toda una vida de sacrificio.
Volvió a escribir, habla todo el tiempo del desapego (no sé dónde estaría si realmente ejerciera el desapego, sigue siendo una presencia incuestionable en todos sus afectos, así no lo sean para ella)
Según ella aprendió a volar y es feliz.
Sigo sin entender a que llama volar si no suele usar drogas y solamente dos veces estuvo en el aire materialmente.
Sigo sin entender de que le sirve esa nueva concepción del amor que elige de ser una con el todo y no exigir ni exigirse más que escuchar su corazón (mientras tanto la muy imaginativa sigue sola).
Creo que voy a tener que hacer un paseo más invasivo por su vida, aprovechando esos momentos medio grises que tiene, donde quiere un apoyo, donde tiene miedo del mañana y se olvida del hoy, donde se cuestiona hasta donde llegó y porque tomó ciertas decisiones, para salvarla una vez más de sí misma.
viernes, 10 de enero de 2014
A dos voces (capítulo II)
Fotografía Edgar Bartes |
Hoy la tirana se presentó de visita, apareció bajo la forma de una amiga que tiene mucho compartido en el pasado, y de presencia contradictoria en el presente.
Su amiga tiene otras vivencias que la alejan de su empatía, muchos dolores por resolver, mucho para soltar que cree deber analizar y re-analizar como en un simposio de matemáticas para lograr la fórmula exacta, o quizás la óptima para lograr la felicidad.
De nada sirve contarle las maneras en como desaparecer los miedos, ni la facilidad de amar sin esperar algún resultado a cambio.
Como tampoco le hubiese servido a ella, estima, así llegara de un maestro más objetivo, cualquier enseñanza para la cual no estuviera abierta o preparada.
Luego de discutir varias horas en forma desgastante sobre formas de atravesar el dolor y abrirse camino en la libertad se da cuenta que mucho tiene que aprender.
¿Por qué esa necesidad a veces arbitraria, a veces impulsiva, de tratar de explicar y explicarse a los otros?
¿Por qué ese anhelo de exposición de su yo, puro ego, si los avances no se pueden medir desde el corazón, ni éste lo exige?
Se plantea esto en la oscuridad de la habitación, ya previo al sueño reparador de realidades y apegos.
Se da cuenta que no está tan relajada como parece, ni tan cercana quizás al camino a su yo más íntimo y vivencial como lo supuso.
Cuesta acomodarse a este cúmulo de contradicciones que la tiene como protagonista a querer explicarse todo a sí misma como su antigua yo, la estructurada, y dejar que las cosas sigan su curso.
Cuesta acomodarse a esta soledad un poco autoimpuesta, la libertad tiene sus consecuencias, a este dejar de ser la novia de, pareja de, compañera de, para ser espíritu errante en busca del camino a sí misma .
Cuesta mucho encontrarse cuando a veces quiere simplemente olvidarse de sí y de los demás y ser sólo amor, sólo deseo.
Todavía la ata parte de la tirana a la objetividad de conocerse diferente y no aceptar compañeros momentáneos que no le permitan evolución.
Aunque sabe que la evolución llega de las almas más insospechadas (en el camino a la libertad hizo incursiones en otro paisaje humano por el hecho de sentirse viva y volar en la aventura) sigue atándose a su imagen de sólo actuar por el más puro amor, cuando debería ser al fluir de los sentimientos contradictorios.
Mientras separa mentalmente sus avances y sus retrocesos, advierte que todavía sigue viendo la luz al final del túnel.
Advierte que debe ser más sentir y menos pensar pero las adicciones son difíciles de dejar así uno cambie.
Sonríe en forma esperanzada, reflexionar sobre sí misma y no sobre las cotidianidades materiales seguramente es un avance.
Sentir que nada ni nadie podrá alejarla de lo que es la libertad del corazón también lo es.
Conocer gente diferente que seguramente la hará evolucionar desde el contacto claramente es ir hacia la luz, antes evasiva, hoy presente.
Todos tenemos días grises, resulta finalmente que no es un día gris, resulta finalmente que a veces los violetas son menos claros y luminosos pero siguen estando.
Se duerme tranquila y desapegada de todo y de todos.
lunes, 16 de diciembre de 2013
A dos voces (capítulo I )
Fotografía Edgar Bartes |
Respira profundamente, por sus venas corren sangre y sentimientos, como todas las mujeres que se precien de tales.
Se da cuenta que tuvo mucho tiempo una tirana que le dirigía la vida llamada mente, maquinaba minuciosamente sus pasos como en un mapa cartográfico viejo en el cual no pueden hacerse modificaciones porque ya fue impreso en papel.
Medía resultados y analizaba posibles desviaciones en algún curso de acción matemáticamente prefijado.
Cada tanto, muy pocas veces, la tirana se tomaba un respiro y atávicamente como en un recuerdo casi olvidado, salía de entre sus pliegues mas femeninos un animal salvaje, sensual, arrasador y tormentoso.
También este animal escondía entre sus fauces alguna sensación de libertad, una memoria de otros tiempos no tan lejanos, aquellos en donde existía la magia y la locura en todas sus manifestaciones.
Por lo general lo tenía bien amarrado, y sólo unos pocos afortunados, ya que ni ella lo quería admitir en voz alta, tenían el placer o displacer de conocerlo.
A su tirana, la seguía el deber, un meticuloso compañero del recuento de dolores y ausencias, del amasijo infortunado de amores y desamores, un vecino silencioso que solo le permitía planificar con medidas y reglamentos propios.
Corrió mucha lluvia en su paisaje cotidiano, que tuvo que impregnar la tierra de calma e incertidumbres a la vez para que la tirana dejara paso, poco a poco y sin dejar de luchar, hacia otra presencia.
Recuerda, como en un sueño, pequeños indicios que le hicieron cambiar el rumbo de su destino estructuradito y compuesto.
-¿Porque tanto olvido? . se pregunta a veces. Quizás su antigua gobernanta junto con su bártulos meticulosamente empacados, cuando se mudo a la casa del lado se llevó parte de la memoria, y le dejó este espacio donde el tiempo y la distancia son flexibles y maleables, donde los recuerdos y las fantasías se pueden unir como en un collage y formar figuras impensadas entre el pasado y el presente.
-Quizás sea verdad que somos la suma de nuestras vivencias, pero también las podemos cambiar a nuestro antojo como en un borrador que vamos cambiando hasta el cuento definitivo final- piensa como extraviándose en el momento.
-¿Cómo fue que se volvió mar y esperanza, vuelo y fantasía, exposición y apertura? -se lo seguirá preguntando seguramente un tiempo más, y en el presente piensa la carta dedicada a alguien que le expone la sensibilidad hasta su última célula.
Quisiera pensar que hay más lugar en las habitaciones vacías que la conforman para algo más que agua y fuego, y mientras mira las letras correr escapándose de sus maquinaciones, sonríe pensando que todos los días su juego recién comienza.
sábado, 14 de diciembre de 2013
En el Bosque (Rumbos Torcidos. Parte Final)
fotografía Edgar Bartes |
Luego de la meditación y los ejercicios grupales Rafael le propone salir de excursión a las sierras para cenar a la luz de la luna.
Ale se siente emocionada, hace tiempo que no siente su piel en otra piel, ni mariposas en la boca del estómago.
Este hombre de mirada profunda y ojos oscuros la desarma, la vulnera, se siente desnuda ante el incluso con ropa, hasta sus pensamientos son explotados en minúsculas partículas cuando habla con el.
Elegido el lugar al cual van en vehículo, Rafael tiende una manta para colocar los alimentos y el vino.
Pese a tener el estómago cerrado de tanta revolución no puede dejar de admirar su elección en quesos y el vino, siente que ese Malbec que eligió Rafael, y que nunca saboreó antes, tiene un sabor frutado y penetrante y que el sabroso líquido va anticipando los lugares en su mente que Rafael incursionará.
La bebida, sabrosa e invasiva de su boca anticipa el beso que le sigue, y a ese beso lo sigue una multitud de besos que la recorren desde el cuello hasta el nacimiento de sus caderas.
A los besos lentos y cadenciosos; epílogo del vino que tomó; lo siguen sus dedos precisos, minuciosos, desequilibrantes.
Alejandra siente que le explota la piel de urgencia y quiere mas y mas de el, y lo tiene cuando se lo ruega.
Parece que sigue leyéndole el pensamiento y las ganas, parece que este hombre casi desconocido sabe todo de ella y se anticipa incluso a sus deseos mas íntimos.
Todo es caricia y ternura cuando la hora del gozo termina, Ale ya no siente los prejuicios a los que una vez sometió su mente pensando en Rafael.
Mientras se relaja contemplando las estrellas, un aroma penetrante invade la estancia, parece que llegara de todos lados y fuera inevitable.
Le consulta a su compañero si lo siente - de que olor me hablás Ale? parece que el vino te hubiera caído mal -le dice sonriéndose con ternura y sorpresa.
Decide dejar de pensar en ese olor casi animal, hormonal que los rodea, y seguir contemplando el cielo apoyada en su pecho.
Nuevos besos en el cuello anticipan otro nuevo encuentro y Ale se sorprende; aunque casi no puede concentrarse en el afuera siente que el olor raro y venenoso que los invadió hace instantes no para de crecer y crecer.
Cuando va sintiendo su lengua sobre el borde de la nuca y el cuello el dolor la paraliza, quiere hablar pero ni el aire acude a su auxilio, le parece que Rafael fue violento y la muerde con alevosía, trata de luchar contra ese malestar y lo siente decir - Ale no te resistas, no es el vino es el veneno que circula por tu cuerpo y te inoculé con el mío, pronto pasaras a formar parte de mi-
Cree escuchar eso mientras se le nubla la mente, y el recuerdo borroso de la gitana acude a su memoria, sobre la línea del que muere y resucita pero no puede pensar más.
Su última imagen es la cara de Mariano preocupado por su prima Celeste, y unos ojos rojos penetrantes que la devoran sin piedad.
Sabemos que la buscaron por las sierras a insistencia de Mariano pero no la encontraron, ni siquiera un hueso quedó del festín.
Dicen aquellos que guardan en su memoria las leyendas de esta tierra, que tenemos todavía una especie de hombres antiguos emparentados con algún animal extinguido, que luego del amor se comen a sus parejas tal como lo hace la mantis religiosa en este caso versión masculina.
También dicen que poseen un aroma particularísimo antes del apareamiento y que seduce a sus víctimas, las cuales no pueden escapar a su voraz apetito.
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