viernes, 10 de enero de 2014

A dos voces (capítulo II)

Fotografía Edgar Bartes

Hoy la tirana se presentó de visita, apareció bajo la forma de una amiga que tiene mucho compartido en el pasado, y  de presencia contradictoria en el presente.
Su amiga tiene otras vivencias que la alejan de su empatía, muchos dolores por resolver, mucho para soltar que cree deber analizar y re-analizar como en un simposio de matemáticas para lograr la fórmula exacta, o quizás la óptima para lograr la felicidad.

De nada sirve contarle las maneras en como desaparecer los miedos, ni la facilidad de amar sin esperar algún resultado a cambio.
Como tampoco le hubiese servido a ella, estima, así llegara de un maestro más objetivo, cualquier enseñanza para la cual no estuviera abierta o preparada.
Luego de discutir varias horas en forma desgastante sobre formas de atravesar el dolor y abrirse camino en la libertad se da cuenta que mucho tiene que aprender.
¿Por qué esa necesidad a veces arbitraria, a veces impulsiva, de tratar de explicar y explicarse a los otros?
¿Por qué ese anhelo de exposición de su yo, puro ego, si los avances no se pueden medir desde el corazón, ni éste lo exige?
Se plantea esto en la oscuridad de la habitación, ya previo al sueño reparador de realidades y apegos.
Se da cuenta que no está tan relajada como parece, ni tan cercana quizás al camino a su yo más íntimo y vivencial como lo supuso.
Cuesta acomodarse a este cúmulo de contradicciones que la tiene como protagonista a querer explicarse todo a sí misma como su antigua yo, la estructurada, y dejar que las cosas sigan su curso.
Cuesta acomodarse a esta soledad un poco autoimpuesta, la libertad tiene sus consecuencias, a este dejar de ser la novia de, pareja de, compañera de, para ser espíritu errante en busca del camino a sí misma .
Cuesta mucho encontrarse cuando a veces quiere simplemente olvidarse de sí y de los demás y ser sólo amor, sólo deseo.
Todavía la ata parte de la tirana a la objetividad de conocerse diferente y no aceptar compañeros momentáneos que no le permitan evolución.
Aunque sabe que la evolución llega de las almas más insospechadas (en el camino a la libertad hizo incursiones en otro paisaje humano por el hecho de sentirse viva y volar en la aventura) sigue atándose a su imagen de sólo actuar por el más puro amor, cuando debería ser al fluir de los sentimientos contradictorios. 
Mientras separa mentalmente sus avances y sus retrocesos, advierte que todavía sigue viendo la luz al final del túnel. 
Advierte que debe ser más sentir y menos pensar pero las adicciones son difíciles de dejar así uno cambie.
Sonríe en forma esperanzada, reflexionar sobre sí misma y no sobre las cotidianidades materiales seguramente es un avance.
Sentir que nada ni nadie podrá alejarla de lo que es la libertad del corazón también lo es.
Conocer gente diferente que seguramente la hará evolucionar desde el contacto claramente es ir hacia la luz, antes evasiva, hoy presente.
Todos tenemos días grises, resulta finalmente que no es un día gris, resulta finalmente que a veces los violetas son menos claros y luminosos pero siguen estando. 
Se duerme tranquila y desapegada de todo y de todos.

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