Recién
levantada con ojeras y un dolor en todo el cuerpo como si hubiera trasnochado: las
sienes latiendo y con resaca.
-Que noche de mierda- dice en voz alta aunque podría haberlo pensado.
Supone que hoy será de esos días que, sin motivo aparente, terminan siendo malos.
Todavía recuerda el día en el que se decidió a dejar el todo por el todo, abandonó primero su novio, dejó su trabajo, y hasta un par de amigas se alejaron como consecuencia de sus cambios de hábitos.
Venía todo francamente en armonía y en alza, conoció personas nuevas, francamente interesantes, otras que parecían una cosa y el realidad eran otra, pero mucha novedad de pronto, mucho movimiento externo e interno.
Quizás había llegado la hora de detenerse y pensar que era lo que realmente necesitaba, hacer la famosa listita de lo que era debe y haber y empezar a sacar del debe elementos, perdonar y perdonarse así salir adelante con saldo a favor o al menos saldo cero.
Aunque seguramente si la hacía ahora tendría saldo negativo, no andaba de buen humor.
Se dirige por la tarde a un encuentro con sus compañeros del taller literario, cada uno preocupado por su propia temática, muchos usando sus celulares mientras el otro habla, en fin, nada interesante para comunicar ni comunicarse.
Antes de salir, uno de sus compañeros la invita el fin de semana a ir un encuentro de Yoga
–No puedo ir, pero a vos te va a hacer bien dejar de ocupar tu mente y poner el foco en otra cosa- argumenta.
¿Tan mala cara tendré que me ofrecen soluciones a problemas que no tengo? Le fastidia que le impongan algo pero tiene ganas de despejarse en las sierras, donde se realiza el encuentro.
Lo pasa bien -Seguramente hace bien detenerse y respirar profundo, saber que somos algo más que un cuerpo y una mente- sale esperanzada que todos sus cambios se dieron por algún motivo.
A la salida del encuentro le toma la mano una gitana –Niña por quince pesos te leo la suerte- y no la deja escapar a pesar de que trata de hacerlo.
-Dígame sólo si voy a tener suerte en el amor o dinero, si me va a contar otras cosas no me interesa- suspira, y le entrega el dinero.
La gitana empieza a hablar, todo lo que le dice parece extraído del horóscopo del domingo, resopla queriéndole poner fin al asunto.
-Querida, usted acá tiene una línea rara, como la de la gente que muere y resucita-
-¿y eso es bueno o malo?- pregunta, aunque todavía no se lo termina de creer
-Es raro, pero de la lado de tu muerte y nacimiento sale un hombre morocho de ojos azules, como un enviado del destino que cambia tu fortuna- y cuando termina le escupe la mano.
- Es para la buenaventura- argumenta la gitana mientras se marcha apresurada.
No sabe si vomitar, putearla o seguir de largo, opta por limpiarse con un pañuelo y entra a una librería esotérica del lugar pidiendo entrar a lavarse las manos.
Cuando sale de la misma, los dueños eran francamente amables y considerados, se choca contra alguien que insinúa una disculpa.
Lo mira unos ojos azules le taladran el cerebro y recuerda la gitana.
-Ya se, te conozco del curso de Yoga, no? me parecía… ¿venís al segundo encuentro el mes que viene?- aclara la voz y pone una cara de interesado que no termina de convencerla.
-No presté atención a la fecha, pero en face seguro me la recuerdan, puede que si- arguye sin muchas ganas de dar explicaciones a un desconocido, así tenga unos ojos hermosos y una sonrisa que parte la tierra.
-Agendame como contacto y te aviso yo si no lo publican- manifiesta quien, luego de pasarle sus datos, descubre se llama Rafael.
No sabe porque pero hay algo de esta persona que le causa inquietud, un aire entre misterioso y peligroso, se despide agradeciendo su intervención, pero duda si tomó una buena decisión.
No sabe si son las palabras de la gitana, o que últimamente está susceptible; pero tiene la sensación que esta historia recién empieza.
-Que noche de mierda- dice en voz alta aunque podría haberlo pensado.
Supone que hoy será de esos días que, sin motivo aparente, terminan siendo malos.
Todavía recuerda el día en el que se decidió a dejar el todo por el todo, abandonó primero su novio, dejó su trabajo, y hasta un par de amigas se alejaron como consecuencia de sus cambios de hábitos.
Venía todo francamente en armonía y en alza, conoció personas nuevas, francamente interesantes, otras que parecían una cosa y el realidad eran otra, pero mucha novedad de pronto, mucho movimiento externo e interno.
Quizás había llegado la hora de detenerse y pensar que era lo que realmente necesitaba, hacer la famosa listita de lo que era debe y haber y empezar a sacar del debe elementos, perdonar y perdonarse así salir adelante con saldo a favor o al menos saldo cero.
Aunque seguramente si la hacía ahora tendría saldo negativo, no andaba de buen humor.
Se dirige por la tarde a un encuentro con sus compañeros del taller literario, cada uno preocupado por su propia temática, muchos usando sus celulares mientras el otro habla, en fin, nada interesante para comunicar ni comunicarse.
Antes de salir, uno de sus compañeros la invita el fin de semana a ir un encuentro de Yoga
–No puedo ir, pero a vos te va a hacer bien dejar de ocupar tu mente y poner el foco en otra cosa- argumenta.
¿Tan mala cara tendré que me ofrecen soluciones a problemas que no tengo? Le fastidia que le impongan algo pero tiene ganas de despejarse en las sierras, donde se realiza el encuentro.
Lo pasa bien -Seguramente hace bien detenerse y respirar profundo, saber que somos algo más que un cuerpo y una mente- sale esperanzada que todos sus cambios se dieron por algún motivo.
A la salida del encuentro le toma la mano una gitana –Niña por quince pesos te leo la suerte- y no la deja escapar a pesar de que trata de hacerlo.
-Dígame sólo si voy a tener suerte en el amor o dinero, si me va a contar otras cosas no me interesa- suspira, y le entrega el dinero.
La gitana empieza a hablar, todo lo que le dice parece extraído del horóscopo del domingo, resopla queriéndole poner fin al asunto.
-Querida, usted acá tiene una línea rara, como la de la gente que muere y resucita-
-¿y eso es bueno o malo?- pregunta, aunque todavía no se lo termina de creer
-Es raro, pero de la lado de tu muerte y nacimiento sale un hombre morocho de ojos azules, como un enviado del destino que cambia tu fortuna- y cuando termina le escupe la mano.
- Es para la buenaventura- argumenta la gitana mientras se marcha apresurada.
No sabe si vomitar, putearla o seguir de largo, opta por limpiarse con un pañuelo y entra a una librería esotérica del lugar pidiendo entrar a lavarse las manos.
Cuando sale de la misma, los dueños eran francamente amables y considerados, se choca contra alguien que insinúa una disculpa.
Lo mira unos ojos azules le taladran el cerebro y recuerda la gitana.
-Ya se, te conozco del curso de Yoga, no? me parecía… ¿venís al segundo encuentro el mes que viene?- aclara la voz y pone una cara de interesado que no termina de convencerla.
-No presté atención a la fecha, pero en face seguro me la recuerdan, puede que si- arguye sin muchas ganas de dar explicaciones a un desconocido, así tenga unos ojos hermosos y una sonrisa que parte la tierra.
-Agendame como contacto y te aviso yo si no lo publican- manifiesta quien, luego de pasarle sus datos, descubre se llama Rafael.
No sabe porque pero hay algo de esta persona que le causa inquietud, un aire entre misterioso y peligroso, se despide agradeciendo su intervención, pero duda si tomó una buena decisión.
No sabe si son las palabras de la gitana, o que últimamente está susceptible; pero tiene la sensación que esta historia recién empieza.
Vani,por favor, qué continúe...quiero leer más! ¡felicitaciones!
ResponderBorrarGracias Pato, me parece que tiene segunda parte, pero algo me dice que no es lo que esperamos.. veremos que dicen los protagonistas ;)
ResponderBorrar