miércoles, 4 de septiembre de 2013
En el Bar
Planificó el encuentro de muchas formas diferentes: se imaginó con botas altas y seductoramente arreglada, pensó hasta en detalle en la ropa interior que usaría esa noche.
Se planchó el pelo, se puso la ropa justa que resaltara sus virtudes, a esta edad las conocía de memoria, y ocultara sus defectos.
Estaba cansada de ser siempre seria, de arrepentirse cuando aceptaba un chiste subido de tono o avergonzarse cuando le seguía el juego (hasta cierto punto) a alguno de sus amigos varones.
Luego tomó la decisión de ir vestida de forma más natural ¿porque mostrar lo mejor de si físicamente si en teoría le gustaba por sus ideas?
Se cambió de nuevo, se sacó parte del maquillaje (seguramente antes parecía un híbrido entre gato y chica sexy) se quitó las botas altas, se sacó la pollera corta y aunque mirándose con espíritu crítico sabía que no estaba mal, reconocía que podía estar mucho mejor.
Imaginó mil conversaciones atrapantes mientras caminaba las cuadras que la separaban de su destino final, un Bar al cual estaba acostumbrada a ir con sus amigas, y si la conquista del momento se ponía pesado no le quedaba tan lejos de su casa.
Antes de entrar, por si acaso, dio vueltas mirando hacia el interior del mismo para ver si Manuel había llegado.
Llegó en punto como siempre, pero estaba acostumbrada a la demora de sus amigas, y como los hombres venían cada vez más femeninos, seguramente en arreglarse tardaba más que ella.
Siguió mirando y mirando, no había nadie que se pareciera al chico de la foto de face, hasta llegó el momento de arrepentirse de no haber usado skype para ver si la foto era real.
El mozo que venía de afuera la hizo pasar ¿Qué hacía esperando afuera con el frío que hacía? le preguntó.
Luego de 20 minutos de espera, y cansada de hacerse la tonta mirando el celular como si fuera a salir de la pantalla el imbécil que la había dejado plantada, decide irse.
Otra vez el mozo de costumbre la interrumpe, y le comenta que el encargado del Bar la invita a tomarse un trago en la barra ya que sus amigas seguramente se demoraron.
Se acerca con vergüenza y disimulo; una cosa es ir siempre y charlar un rato, otra sentarse como una loca en la barra del bar tomando sola, piensa mientras la indignación casi la hace llorar.
Cuando termina el segundo trago, el barman siempre preparaba unos tragos que la dejaban sin aliento, se dispone a irse.
En ese momento siente que un brazo fuerte la detiene pese a sus intentos de salir
- no se que te pasa- le dice quien la invitó el trago- pero ya que tengo la oportunidad de que no estés rodeada de amigas … ¿no me dedicas unos minutos? hace más de un año que quiero charlar con vos- aduce como justificativo.
Se siente avergonzada, muchas veces le miró esos ojos grises y esa sonrisa tímida, pero se hizo francamente la tonta, ya que nunca observó respuesta de su parte.
-Claro, como no- contesta con timidez mientras agradece secretamente a Manuel ser un cagón que le brindó la oportunidad de conocer a quien realmente le interesa.
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