miércoles, 11 de diciembre de 2013

De viaje (Rumbos Torcidos. Parte IV)

Fotografía Edgar Bartes
Luego de una noche agitada y con más malhumor que nunca Ale se dirige a Capilla del Monte a buscar algo para comer entre los encuentros del evento.
Al acercarse a la ciudad, le empiezan a entrar mensajes de Mariano, todos detallando su preocupación porque se enteró por conocidos del curso de yoga.
No sabe si contestarle o no los mensajes, considera que se comportó de una manera poco honesta pero no deja de arrancarle una pequeña sonrisa saber que al menos, por un sentimiento egoísta, piensa un poquito en ella.
Le manda un mensajito diciendo que no se preocupe que es grande y sabe lo que hace, pero agradeciendo su atención.
El móvil empieza a sonar y descubre que es Mariano.
-Ale se que no estas conforme en como terminó nuestra salida pero entiende que mi prima nunca más apareció, y era muy similar a vos en edad y características, espero no estés en capilla- dice acelerado antes de saludarlo con un hola.
-Mariano, gracias pero te pasas, creo que soy grande y se cuidarme, por favor si vas a llamarme que no sea por el mismo tema, gracias- le sale el enojo hasta por los poros
-Ale por favor, espérame y vamos juntos si no estás allá, suelen hacer los encuentros en lugares alejados y de difícil acceso, aguarda y llego contigo- su voz se transforma en un ruego susurrante
-Tarde Mariano, pero para que te quedes tranquilo te paso el mapa por el face desde el celu así no me molestas hasta el lunes y nos vemos en el trabajo- corta intranquila luego de prometerle estar atenta a cualquier anomalía.
No le comunicó sus sospechas, ni los acontecimientos que le llamaron la atención, seguramente exagera Mariano y ella también.
Luego de comprar todo lo necesario vuelve al lugar, se respira un aire de tranquilidad, no hay vehículos en el camino de regreso y eso la relaja para manejar.
Al llegar le comunican que hubo perdidas de agua en un caño maestro y afectó  algunas habitaciones, entre ellas la suya, pero la trasladaron a las cabañas individuales que se encuentran en el predio de la Hostería y son aún mas grandes, ahí en la número cinco puede corroborar que su equipaje esté en orden.
Revisa todo y parece que no falta nada, pero siente un perfume extraño en la ropa -ya me estoy volviendo paranoica por culpa de Mariano- se lamenta, es hora de ir a meditar y relajarse.
Saliendo de la cabaña se encuentra con Rafael, quien está muy alegre de tener la del lado - A veces los percances son afortunados- dice mientras la come con los ojos.
Definitivamente el día cambia se dice a sí misma, y le agarran cosquillas en el estómago imaginándose que puede pasar esta noche con Rafael.
 

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