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Fotografía Edgar Bartes |
Respira profundamente, por sus venas corren sangre y sentimientos, como todas las mujeres que se precien de tales.
Se da cuenta que tuvo mucho tiempo una tirana que le dirigía la vida llamada mente, maquinaba minuciosamente sus pasos como en un mapa cartográfico viejo en el cual no pueden hacerse modificaciones porque ya fue impreso en papel.
Medía resultados y analizaba posibles desviaciones en algún curso de acción matemáticamente prefijado.
Cada tanto, muy pocas veces, la tirana se tomaba un respiro y atávicamente como en un recuerdo casi olvidado, salía de entre sus pliegues mas femeninos un animal salvaje, sensual, arrasador y tormentoso.
También este animal escondía entre sus fauces alguna sensación de libertad, una memoria de otros tiempos no tan lejanos, aquellos en donde existía la magia y la locura en todas sus manifestaciones.
Por lo general lo tenía bien amarrado, y sólo unos pocos afortunados, ya que ni ella lo quería admitir en voz alta, tenían el placer o displacer de conocerlo.
A su tirana, la seguía el deber, un meticuloso compañero del recuento de dolores y ausencias, del amasijo infortunado de amores y desamores, un vecino silencioso que solo le permitía planificar con medidas y reglamentos propios.
Corrió mucha lluvia en su paisaje cotidiano, que tuvo que impregnar la tierra de calma e incertidumbres a la vez para que la tirana dejara paso, poco a poco y sin dejar de luchar, hacia otra presencia.
Recuerda, como en un sueño, pequeños indicios que le hicieron cambiar el rumbo de su destino estructuradito y compuesto.
-¿Porque tanto olvido? . se pregunta a veces. Quizás su antigua gobernanta junto con su bártulos meticulosamente empacados, cuando se mudo a la casa del lado se llevó parte de la memoria, y le dejó este espacio donde el tiempo y la distancia son flexibles y maleables, donde los recuerdos y las fantasías se pueden unir como en un collage y formar figuras impensadas entre el pasado y el presente.
-Quizás sea verdad que somos la suma de nuestras vivencias, pero también las podemos cambiar a nuestro antojo como en un borrador que vamos cambiando hasta el cuento definitivo final- piensa como extraviándose en el momento.
-¿Cómo fue que se volvió mar y esperanza, vuelo y fantasía, exposición y apertura? -se lo seguirá preguntando seguramente un tiempo más, y en el presente piensa la carta dedicada a alguien que le expone la sensibilidad hasta su última célula.
Quisiera pensar que hay más lugar en las habitaciones vacías que la conforman para algo más que agua y fuego, y mientras mira las letras correr escapándose de sus maquinaciones, sonríe pensando que todos los días su juego recién comienza.
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fotografía Edgar Bartes |
Luego de la meditación y los ejercicios grupales Rafael le propone salir de excursión a las sierras para cenar a la luz de la luna.
Ale se siente emocionada, hace tiempo que no siente su piel en otra piel, ni mariposas en la boca del estómago.
Este hombre de mirada profunda y ojos oscuros la desarma, la vulnera, se siente desnuda ante el incluso con ropa, hasta sus pensamientos son explotados en minúsculas partículas cuando habla con el.
Elegido el lugar al cual van en vehículo, Rafael tiende una manta para colocar los alimentos y el vino.
Pese a tener el estómago cerrado de tanta revolución no puede dejar de admirar su elección en quesos y el vino, siente que ese Malbec que eligió Rafael, y que nunca saboreó antes, tiene un sabor frutado y penetrante y que el sabroso líquido va anticipando los lugares en su mente que Rafael incursionará.
La bebida, sabrosa e invasiva de su boca anticipa el beso que le sigue, y a ese beso lo sigue una multitud de besos que la recorren desde el cuello hasta el nacimiento de sus caderas.
A los besos lentos y cadenciosos; epílogo del vino que tomó; lo siguen sus dedos precisos, minuciosos, desequilibrantes.
Alejandra siente que le explota la piel de urgencia y quiere mas y mas de el, y lo tiene cuando se lo ruega.
Parece que sigue leyéndole el pensamiento y las ganas, parece que este hombre casi desconocido sabe todo de ella y se anticipa incluso a sus deseos mas íntimos.
Todo es caricia y ternura cuando la hora del gozo termina, Ale ya no siente los prejuicios a los que una vez sometió su mente pensando en Rafael.
Mientras se relaja contemplando las estrellas, un aroma penetrante invade la estancia, parece que llegara de todos lados y fuera inevitable.
Le consulta a su compañero si lo siente - de que olor me hablás Ale? parece que el vino te hubiera caído mal -le dice sonriéndose con ternura y sorpresa.
Decide dejar de pensar en ese olor casi animal, hormonal que los rodea, y seguir contemplando el cielo apoyada en su pecho.
Nuevos besos en el cuello anticipan otro nuevo encuentro y Ale se sorprende; aunque casi no puede concentrarse en el afuera siente que el olor raro y venenoso que los invadió hace instantes no para de crecer y crecer.
Cuando va sintiendo su lengua sobre el borde de la nuca y el cuello el dolor la paraliza, quiere hablar pero ni el aire acude a su auxilio, le parece que Rafael fue violento y la muerde con alevosía, trata de luchar contra ese malestar y lo siente decir - Ale no te resistas, no es el vino es el veneno que circula por tu cuerpo y te inoculé con el mío, pronto pasaras a formar parte de mi-
Cree escuchar eso mientras se le nubla la mente, y el recuerdo borroso de la gitana acude a su memoria, sobre la línea del que muere y resucita pero no puede pensar más.
Su última imagen es la cara de Mariano preocupado por su prima Celeste, y unos ojos rojos penetrantes que la devoran sin piedad.
Sabemos que la buscaron por las sierras a insistencia de Mariano pero no la encontraron, ni siquiera un hueso quedó del festín.
Dicen aquellos que guardan en su memoria las leyendas de esta tierra, que tenemos todavía una especie de hombres antiguos emparentados con algún animal extinguido, que luego del amor se comen a sus parejas tal como lo hace la mantis religiosa en este caso versión masculina.
También dicen que poseen un aroma particularísimo antes del apareamiento y que seduce a sus víctimas, las cuales no pueden escapar a su voraz apetito.
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Fotografía Edgar Bartes |
Luego de una noche agitada y con más malhumor que nunca Ale se dirige a Capilla del Monte a buscar algo para comer entre los encuentros del evento.
Al acercarse a la ciudad, le empiezan a entrar mensajes de Mariano, todos detallando su preocupación porque se enteró por conocidos del curso de yoga.
No sabe si contestarle o no los mensajes, considera que se comportó de una manera poco honesta pero no deja de arrancarle una pequeña sonrisa saber que al menos, por un sentimiento egoísta, piensa un poquito en ella.
Le manda un mensajito diciendo que no se preocupe que es grande y sabe lo que hace, pero agradeciendo su atención.
El móvil empieza a sonar y descubre que es Mariano.
-Ale se que no estas conforme en como terminó nuestra salida pero entiende que mi prima nunca más apareció, y era muy similar a vos en edad y características, espero no estés en capilla- dice acelerado antes de saludarlo con un hola.
-Mariano, gracias pero te pasas, creo que soy grande y se cuidarme, por favor si vas a llamarme que no sea por el mismo tema, gracias- le sale el enojo hasta por los poros
-Ale por favor, espérame y vamos juntos si no estás allá, suelen hacer los encuentros en lugares alejados y de difícil acceso, aguarda y llego contigo- su voz se transforma en un ruego susurrante
-Tarde Mariano, pero para que te quedes tranquilo te paso el mapa por el face desde el celu así no me molestas hasta el lunes y nos vemos en el trabajo- corta intranquila luego de prometerle estar atenta a cualquier anomalía.
No le comunicó sus sospechas, ni los acontecimientos que le llamaron la atención, seguramente exagera Mariano y ella también.
Luego de comprar todo lo necesario vuelve al lugar, se respira un aire de tranquilidad, no hay vehículos en el camino de regreso y eso la relaja para manejar.
Al llegar le comunican que hubo perdidas de agua en un caño maestro y afectó algunas habitaciones, entre ellas la suya, pero la trasladaron a las cabañas individuales que se encuentran en el predio de la Hostería y son aún mas grandes, ahí en la número cinco puede corroborar que su equipaje esté en orden.
Revisa todo y parece que no falta nada, pero siente un perfume extraño en la ropa -ya me estoy volviendo paranoica por culpa de Mariano- se lamenta, es hora de ir a meditar y relajarse.
Saliendo de la cabaña se encuentra con Rafael, quien está muy alegre de tener la del lado - A veces los percances son afortunados- dice mientras la come con los ojos.
Definitivamente el día cambia se dice a sí misma, y le agarran cosquillas en el estómago imaginándose que puede pasar esta noche con Rafael.
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fotografía Edgar Bartes |
Se levanto tarde, estaba nublado y tormentoso.
Repasó sus conquistas y fracasos, contó una por una las oportunidades que había tenido de ser feliz y aquellas en que sólo le quedaba un vacío inconmensurable .
Trató de rehacerse como en un rompecabezas, trató de lograr la figura perfecta y anhelada, aquella sin espacios sin completar, un paisaje de lo lindo que podría ser el presente si todo cerrara como en los sueños.
Como en un desafío a lo gris y lluvioso del día, ya no sabía si llovía de adentro para afuera o al revés, eligió solo por hoy, desafiar a lo monótono y tratar de ser feliz.
Espantó de su memoria, como a las moscas pesadas y molestas, el recuerdo de lo que pensó su última desilusión.
Ella quizás no se merecía ese pozo de lágrimas mezclado con esperanza, quizás no se merecía ese profundo hueco en el estómago que se había acostumbrado a llamar amor.
Tomó su último fracaso, el mas oscuro y melancólico, y lo transformó milagrosamente en aprendizaje, sólo por hoy haría el esfuerzo de brillar a pesar de las lágrimas.
Sólo por hoy regalaría sonrisas a quien lo mirara, y abrazaría a quien mostrara necesidad.
Sólo por hoy abandonaría la idea que la vida era era escrita por otro, y tomaría las riendas de su imaginación para crear un nuevo presente.
Asomose a su afuera cotidiano y descubrió que el cielo se despejaba y brillaba a través de lo que pensó era lluvia.
Sólo por hoy, se prometió como en un mantra, estiraría sus brazos para atravesar el cielo y tratar de volar.
Imitaría a las aves, abrazaría la naturaleza, olería en las flores el perfume del amor incondicional.
Sorbería el mundo como en un suspiro, y amaría a todos sin excepción como en la exhalación de un sueño.
Se daría el lujo de perdonar sin reproches y perdonarse una por una, las veces que se lastimó, que no se tuvo compasión.
Sólo por hoy diría soy afortunado, cuanto aprendizaje me dejaron mis dolores, soy nuevo, estoy rehecho de mis experiencias, soy un ser completo, complejo amante y amado.
Se repitió será solo por hoy, que es domingo, miró hacia el futuro y se susurró bajito..... y quizás mañana también que llega el Lunes.