martes, 22 de octubre de 2013

Reconociendo el terreno (Rumbos Torcidos Parte III)


fotografía Edgar Bartes
Después de deliberar consigo misma se anota en el segundo encuentro de yoga que se realiza en las sierras, mientras tanto; faltando unos días para el mismo; su relación con Rafael va creciendo...podría decir que a veces siente que la lee internamente cuando chatean, que se adelanta a sus preguntas, que intuye sus respuestas, se siente un poco desnuda cuando el le hace comentarios de su persona, un poco vulnerable cuando opina sobre su forma  de ser, como si la estudiara a la distancia con una lupa.
Aunque ya no recuerda su voz, hace bastante del encuentro, tiene la sensación de que era grave, seductora, o al menos así la imagina cuando el le escribe algunas cosas sueltas halagadoras.
Pese a todos los pronósticos surgidos en los últimos días y la insistencia de Mariano, sobre su necesidad de aviso si se encuentra con el grupo de yoga, Ana sólo piensa en su encuentro con Rafael.
Se acuesta temprano el viernes, no se junta con sus amigos ya que no quiere despertarse tarde, quiere llegar a tiempo al encuentro el día siguiente.
Tiene sueños aterradores, una pieza oscura y oprimente que no le deja respirar, unos ojos profundos y oscuros que de azules se vuelven rojos. Se despierta transpirada y agitada por la noche que pasó reprochándose por comer demasiado antes de dormir.
Con ojeras pero ya más tranquila comienza el viaje por el camino al cuadrado, se le hace eterno pero quiere llegar a tiempo a capilla del monte, tiene un plano de donde se materializará el encuentro pero como es en el medio de las sierras teme perderse.
Llega al lugar, es soñado, una Hostería hermosa en el medio de la inmensidad del paisaje, toda de piedra con habitaciones con baño privado, la recibe la profesora del encuentro anterior con una amplia sonrisa que infunde tranquilidad.
Luego de acomodarse sale a pasear por el parque que rodea a la hostería y unas pequeñas cabañas aisladas, cuando de pronto, en el medio de los árboles cree ver a Rafael con una mujer rubia de la cual sólo ve la espalda, pero supone por el movimiento corporal, están discutiendo.
Se lo encuentra en la merienda y le comenta que lo vio dando vueltas por el parque con una mujer rubia, asombrado le informa que acaba de llegar -seguramente estas confundida Ale- la mira con cara de preocupado.
Instantáneamente le pregunta por su trabajo, sus amigos, parece que quiere cambiar el tema y no actúa con naturalidad.
Merienda sintiendo esos ojos profundos que le taladran la mente, parece que la quiere comer, que la saborea lentamente, que la invade, termina sintiéndose nerviosa y expectante.
Casi al terminar una hermosa y despampanante rubia vestida sencillamente se le acerca y le dice algo al oído, se parece en cierta medida a aquella con la que lo vio discutiendo pero ya no quiere tocar nuevamente el asunto.
Luego de despedirse, se va a cambiar para el primer encuentro y le asombra que su valija no se encuentra donde la dejó, está segura que estaba al lado de la cama, en teoría nadie limpiaría la habitación hasta la mañana... otra vez empieza a sentir una cierta aprensión en el lugar, trata de no pensar mucho, pero se están sumando los eventos inciertos como migas de pan que resaltan en un mantel oscuro.


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