Muchas veces el destino, escuchando el sonido de las almas, planea encuentros que nos harán replantear si el camino que elegimos es correcto.
Tu alma conoce lo que tu vida, esta contingencia, necesita.
Entonces escapando a racionalizaciones, a expectativas o a pareceres se nos cruza un ser que por alguna conjunción cósmica nos ayudará en la evolución.
De mas está decir que sucede que no siempre el encuentro produce los resultados óptimos.
A simple vista, cuando llegamos en el camino a una intersección y tenemos que tomar un sendero como opción, las apariencias del paisaje influyen en la decisión y no siempre es la correcta.
Muchas veces miramos con los ojos de los miedos y no con los del corazón.
Así les sucedió a María y Pedro, dos personas con nombres comunes, y que llegaban al camino de lugares comunes también.
María venía de un largo descanso entre sus relaciones, había tenido tiempo para teorizar sobre el amor propio y el ajeno, y creía (a veces ingenuamente, otras de una manera quizás soberbia) que tenía muchas de las respuestas sobre el sentimiento universal que todos esperan encontrar.
Pedro venía de una gran caída, una estrepitosa (no para el afuera, sino para sus expectativas y su corazón) y pensaba que podía vivir alguna experiencia de compartir y trascender desapegado de su pasado.
Cualquiera de los dos podría tomarse como un ser común y a la vez extraordinario (o al menos así le pareció a María, quien es quien me relató la historia)
Cuando se produce la intersección en el camino podemos tomar dos actitudes, expectante, asombrada, feliz del encuentro y abierta a lo que llega, como puede suceder que todo aquello que pensamos resuelto y trascendido surja de forma cuasi violenta para mostrarse como reflejo en la mirada del otro.
En la interacción cotidiana, pueden también darse ambas a la vez.
Como recuerda María, que la mayoría de las veces cada encuentro era una aventura a descubrirse, y descubrir al otro, y cada coincidencia una emoción.
Mientras que otras, en el espejo de la relación con el otro, los demonios que pensaba exorcizados, surgía atropelladamente e imponían su visión sesgada y tomada como cierta.
Con el tiempo, terminada la intersección, de la cual mucho pudieron aprender y quizás mucho hicieron, ella recuerda con cierta melancolía lo que fue y lo que pudo haber sido.
Quizás si el camino se hubiera abierto más adelante para ambos y la intersección se hubiera dado en otro momento, otro hubiera sido el resultado.
Tal vez si ambos hubieran escuchado un poco más a su alma, y menos a su cerebro (problemática que los caracterizaba a ambos por igual) la intersección los hubiera llevado a tomar un único sendero.
Quizás si ella hubiera dejado sus miedos y apelado a su tranquilidad y lo que sentía cuando lo veía, no habría reaccionado muchas veces exageradamente.
Quizás si el hubiera captado los sonidos silenciosos del interior, no se habría dejado avasallar por los recuerdos y la imagen que tiene de si mismo y no hubiera sembrado distancia.
Otro hubiera sido el resultado, si ella hubiera callado a tiempo y el hubiera soltado a tiempo.
Ambos siguen siendo hermosas criaturas, te lo puedo decir yo que los conocí.
Ambos, pese a todo lo contado, tenían mucho para compartir y más para aprender en compañía.
Así que por ello te acerco este cuento, quizás tu evites cometer alguna acción apresurada que te aleja de quien realmente quieres.
Quizás solo imaginando cuales podrían haber sido los otros posibles cursos de acción podrías incluso hasta crear una historia fantástica y llena de magia.
Quizás en un mundo paralelo ella le hubiera enseñado a leer las voces del alma, y el los sonidos de la tierra y los ancestros.
Quizás uno habría abierto el corazón y el otro mostrar que a todos les sangra por igual, y ello no impide desarrollar la visión interior.
Quizás alguno de los dos podría haber demostrado mejor inteligencia emocional.
Tantas alternativas se nos presentan desde el afuera.
Puede que alguno de los aprendizajes lo puedan aplicar en otra relación.
Probablemente lo que sucedió fue lo mejor que pudo suceder en ese momento, y las almas esperan que en una próxima intersección se vuelvan a cruzar..... y en ese momento hagan silencio a las palabras y escuchen un poco más allá de lo evidente.